De la propia voz de Argimiro Suárez escuche el relato de como él y su tío Amador, hallaron una piedra que luego resulto ser  ídolo de la Edad de Bronce,conocido como " El Ídolo de Rodicol ".

Si nos acercamos desde Rodicol, antes de la última curva que nos lleva a la ermita de La Seita, encontramos unas fincas en el llano. Fincas que fueron una y que el nuevo trazado de la carretera dejo mutiladas. Tierras escogidas de morada, tierras protectoras, tierras de encrucijada, fértiles y proveedoras, tierras de veneración.Lugar llamado del “ Barrialón “, vocablo evocador quizás al barro de su suelo, que se ha venido usando para construir los hornos de leña o tal vez a “ barrio”,  vocablo que nos refiere a la existencia de un poblado algo separado del resto.

En todo caso en su entorno hay indicios suficientes para aseverar que existieron explotaciones de minerales y en sus entrañas se guardan los cimientos de antiguos moradores, que la reja del arado arañaba y otras topaba . Artos de esta última circunstancia Argimiro y su tío cogieron pico y pala y  hallaron esa gran piedra, de más de un metro de altura, en posición vertical , anclada firmemente al suelo,  que por su forma consideraron adecuada para “ morón “ en una finca cercana. Con el devenir de los tiempos, esa piedra fue puesta en valor, virtud de un programa escolar denominado “  Misión rescate “ y que a la postre termino con la cesión del ya ídolo, por su legítimo propietario D. Argimiro, a la Diputación Provincial a cambio de que se suministrase  a los locales de la escuela del pueblo de lo necesario para realizar sus actividades con dignidad , incluido un televisor, de todo ello se dejo constancia documental.

El emplazamiento donde fue hallado el ídolo creo que es el original, por su posición, porque en su entorno aparecían restos de edificaciones, de cerámicas y de útiles de metal, por lo que no cabe duda que el lugar estuvo habitado. ¿ Hasta cuándo ? No lo sé, podría estimar que hasta épocas medievales,  como ocurrió en los pueblos vecinos de Villabandín y Sosas que se vieron obligados a cambiar de ubicación, posiblemente por las epidemias de peste , quedando como testigos inertes y mudos sus cementerios y aquí en El Barrialón, su ermita.

Por otro lado es común en nuestra geografía que allí donde ancestralmente había lugares de culto, con la aparición de la nueva religión, se siguieran utilizando como tales, cambiando simbologías y  dioses. Aquí en La Seita,  esto queda patente con el hallazgo del ídolo. En otros lugares son estructuras megalíticas o simplemente  árboles mágicos, como   los tejos.

En “ El Cotorriello” , otero   encima de la ermita , ha sido y es lugar de culto. Son conocidas las leyendas sobre la ermita, similares por otros territorios. Como aquella de que los originales constructores  la querían en lo alto y por la noche las piedras aparecían en el emplazamiento actual, la otra del espino inmortal que por más que se cavase siempre renacía y aquel  relato  del reo conducido a presidio por delito no cometido , que al pasar,  imploró a la virgen y de inmediato sus grilletes quedaron a sus pies.